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5 primeros pasos para evolucionar hacia las Smart Infrastructures o Smart Facilities

Te contamos cómo empezar a transformar tu instalación y qué hay que tener en cuenta para diseñarla acorde a los tiempos actuales.

Cómo empezar a transformar tu instalación o qué hay que tener en cuenta para diseñarla acorde a los tiempos actuales.

Estamos entrando de lleno en la era de la digitalización. La abundancia de tecnologías, tanto hardware como software, que lo posibilitan a todos los niveles está transformando todos los sectores de la sociedad. Uno de los campos donde aplicar tecnología se ha encontrado más utilidad es el de control de activos de manera automática, sobre todo en aquellos puntos o instalaciones enteras donde hasta ahora no era posible. Esta digitalización ha comportado un cambio paradigmático muy importante. Por primera vez una instalación puede aumentar sus prestaciones o funcionalidades sin necesidad de añadirle equipamiento o realizar ninguna obra. Se llame Smart Infrastructure o Smart Facility es lo de menos, lo importante es que existe la posibilidad de mejorar el uso y comprensión para tomar mejores decisiones sobre cómo se utiliza, cómo se diseñan y cómo se mantienen las instalaciones. Evidentemente entre la edificación clásica y un edificio que permita interactuar la realidad virtual con su modelo BIM existen grises intermedios y un gran proceso que recorrer sin prisas, pero sin pausas. Este post pretende transmitir cinco consejos muy sencillos para empezar a transformar tus instalaciones o qué tener en cuenta si se realiza la edificación desde cero.

1.- Para mejorar hay que medir.

Aunque sea altamente repetido, no por ello deja de ser menos cierto. Si no se conoce la instalación que se pretende mejorar, no se sabrá cómo. Eso implica no solo a nivel de sensórica o similares, sino que cualquier nuevo sistema o subsistema que se implemente – puertas automáticas, control de presencia, etc. – se debe poder adquirir datos de él para poder cruzarlos con lo que se considere oportuno, aunque no se tenga claro si se necesitará o no. No más sistemas aislados o cerrados.

2.- Sube la información, baja la inteligencia.

Un gestor de una instalación no debe dejarse cegado por las bondades de la información en ‘Cloud’. Evidentemente subir la información a los repositorios – en la nube o no – es necesario para poder integrarla y explotarla para extraerle el valor, ahora bien, eso no implica que el mundo real solo sirva para canalizar la información aguas arriba. Para evitar pérdidas de control local, puntos críticos o problemas de seguridad – entre otros -, siempre se aconseja que la inteligencia automática esté lo más cerca de campo posible. Eso conlleva el uso de controladores para infraestructuras – llamadas RTUs -, que recojan la información de campo, la contextualicen, la filtren, la concentren y la comuniquen de una manera óptima. De esta manera, se asegura el control a bajo nivel. Los sistemas superiores lo que deben hacer es parametrizar a las RTUs, es decir, indicarle horarios de actuación, prioridades o órdenes manuales, por ejemplo. La toma de decisiones en el funcionamiento habitual lo deciden la programación de la RTU. digitalización de infraestructuras

3.- Amplía tu red de partners.

Nuevos campos de conocimiento requieren de nuevos expertos. Las constructoras clásicas no están aún habituadas a trabajar en el entorno digital, por el contrario, el entorno proveniente de la automatización industrial y de infraestructuras lleva años realizando proyectos de este tipo. No existe un proveedor que sea el mayor experto de toda la cadena de valor necesaria – tecnologías, ejecución o mantenimiento -. Aun así, a menos que se quiera convivir con un riesgo justificado, se debe intentar siempre:

  • Diferenciar el proveedor tecnológico del proveedor del servicio de ejecución y/o mantenimiento del proyecto. De esta manera, se evita depender de una única compañía con la que en caso querer cambiarla existirían grandes barreras de salida.
  • Pueda interoperar fácilmente con el resto de sistemas de la instalación, o dicho de otro modo, sea abierta y utilice estándars a todos los niveles.
  • Hay que valorar los riesgos futuros del proyecto, esto implica no solo peligros relativos a la ciberseguridad, también a la escalabilidad o a la facilidad de actualización del producto/solución.
  • Evitar los sistemas a medida. Aunque sean soluciones muy sugerentes en un principio, su propia naturaleza conlleva que cualquier nueva implementación o nueva funcionalidad que se le pretenda añadir requiera de un desarrollo específico para ello, con los riesgos y retrasos que esto comporta. Contar con una solución generalista, pero con flexibilidad y adaptación permite evitar este problema sin perder personalización de la solución.

4.- Los equipos de trabajo también deben evolucionar.

La evolución de la tecnología no solo la ha hecho más potente, también ha posibilitado hacerla más accesible. Actualmente existen múltiples maneras de dotar a los equipos de campo de herramientas que interactúen con los sistemas de control o monitorización desplegados, ya sea a través de dispositivos móviles o pantallas fijas táctiles, por ejemplo. Esto conllevará que muchas funciones de control manual necesarias en el día a día que necesitaban involucrar a ingeniería, los puedan realizar también los equipos de mantenimiento u operaciones de campo. Siempre se debe optar por tecnología de altas capacidades, pero con capacidad de acceso para el personal que estará desplegado por la instalación.

5.- El criterio es el gran valor

Es evidente que la toma de decisiones estratégicas sobre qué pasos seguir requiere estar al orden del día, no solo en cuanto a tecnologías – que no paran de evolucionar -, sino también de metodologías de trabajo, nuevos paradigmas tecnológicos y riesgos. Contar con un o varios partners de confianza ayuda en este punto, pero es responsabilidad de cada gestor mantenerse actualizado. Sin ello, siempre corre el riesgo de descartar opciones viables y útiles o, por el contrario, invertir dinero, tiempo y esfuerzo en soluciones sin ningún tipo de valor ni futuro. Estos procesos suponen un gran esfuerzo – sobre todo en las primeras fases -, pero los beneficios que brinda la tecnología en la consecución de las infraestructuras inteligente bien merecen ese esfuerzo. Beneficios en confort, eficiencia energética, calidad del servicio provisto o disminución de riesgos de seguridad, entre otros, son objetivos ya posibles.

Si estás interesado en smart facilities seguro que también te será de ayuda nuestro post sobre arquitecturas edge.